Adopción de Luna

Cuando Luna fue rescatada no tenía huesos rotos ni heridas sangrantes, pero su corazón estaba hecho pedazos. Con doce años, toda su vida había sido de violencia, toda. Acudía a tus brazos como si no tuviera otra opción que hacerlo, sabiendo que al llegar le esperaba un golpe. Enseñada a soportar y resistir el maltrato como única forma de existencia. Era la viva imagen de la sumisión y la esclavitud.

Luna se alojó en una casa de acogida donde, muy lentamente, empezó a entender. Era presumible que, al atravesar todo ese proceso de cambio y descubrir el afecto sincero, tendríamos que tratar con el trastorno de hiper apego. Y así es. Luna ladra a veces cuando se queda sola y los vecinos de su acogida están poniendo las cosas difíciles para ambas, por lo que tiene que encontrar otro lugar al que ir de manera urgente.

Se da la circunstancia de que acaba de terminar el tratamiento de filaria, así que la muñeca podría, en realidad, marcharse adoptada. Tan sólo falta esterilizar y vacunar.

Busco casa de acogida en Sevilla o familia definitiva en otra provincia, sabiendo que desde que Luna llegue tendrán que poner algunas pautas para forjar su vínculo sin que ella sufra durante la ausencia de sus nuevos humanos. No es algo grave, pero hay que ser paciente y para ello es necesario tener un entorno que no dificulte las cosas (vamos, unos vecinos que no den muchísimo la lata, ni pasar doce y catorce horas fuera de casa, por ejemplo).

Luna es una muñeca de tamaño pequeño, unos 11 kilos de peso, compatible con otros perros y gatinos.
Si podéis compartir la publicación le estaréis haciendo el inmenso favor de ser, al menos, visible.

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